Marcela Costa Peuser.
La Librería Menéndez habitualmente realiza cuidadas muestras de artistas consagrados y que tienen mucho que decir. En este caso linvitada es María Silvia Corcuera y su Dote Argentia. Sutil e irónica, la artista nos habla de la realidad que nos toca vivir.
Popular y contemporánea, María Silvia Corcuera es una artista que relata el mundo que la rodea y conmueve. Se trata de una obra objetual y conceptual, en la que nada está elegido al azar; cada elemento tiene un significado y su estética se ubica siguiendo una geometría que remite a Hlito y Aizemberg. Son objetos comunes, que ella resignifica y transforma, manteniendo viva la memoria de su esencia y allí radica su fuerza expresiva.
La artista trabaja en temas ornamentales, féminos y latinoamericanos. En esta oportunidad son la “joyas” que integran una dote, la Dote Argentia. “La dote es donación, propiedad, legado y valor. Mercantiliza el cuerpo, cubre paredes y exhibe las cosas. Incluye lo nuevo y lo usado. Se mensura en dinero, muebles e inmuebles, ropa y enseres, adornos y joyas”, puede leerse en el texto de la muestra. Se trata de una dote que se muestra brillante pero que en realidad es pobre –como la Argentina- si nos detenemos a observar cada elemento que la integra. Atractivos peinetones y collares que nos seducen; sin embargo, al acercarnos descubrimos su verdadera escencia. Una escencia que duele. Uno de estos collares, realizado con algunas cápsulas de un conocido café y, otras muchas “truchas”; un collar que duele y pincha con pequeñas las tijeras (símbolo del trabajo) que de él cuelgan.
Un peinetón, con incrustaciones (a modo de piederas preciosas) de pequeñisimas estampas de santos latinoamericanos del que cuelgan “los hilos de la pérdida.” En su investigación Corcuera descubrió que estas imágenes sacras –desacralizadas- proceden de un pequeño pueblo del sur de China; una factoría dedicada a fabicar santos latinoamericanos. Así es como conviven en este peinetón la Vírgen de Luján, el Gauchito Gil y el Niño de Atocha, venerado por Pablo Escobar.
Corcuera, a través de las distintas piezas de la muestra pone el tapete el tema del trabajo, un tema que sacude a nuestro país y al mundo. La inestabilidad que conlleva este momento de transición con el cambio de paradigma. Es por eso que la primer pieza es una obra que realizó en 2013 a propósito de una manifestación de los Indignados en España: con un espejo central rodeado por pequeñas estampas de San Cayetano. Una imagen atravesada por líneas rojas a modo de tajos y heridas sangrantes.
Pero, al mismo tiempo, nunca deja de lado su punzante humor: como en el collar realizado con una media de nylon y una cinta argentina, alajado con metal cortante y agarrado con pequeños broches de colgar la ropa. Toda una metáfora de nuestra Argentina que duele.
Ciudadana del mundo -padre diplomático y madre historiadora y antropóloga-, se relacionó con las grandes obras del arte europeo, latinoamericano y oriental. Formada Con Marta de Llamas, Silvina Cardozo, Víctor Chab y K. Kemble, desde los años 80 trabaja en distintos repertorios simbólicos.
Aguda observadora, crítica pero también lúdica, María Silvia Corcuera asume su responsabilidad de artista invitándonos a reflexionar sobre nuestra realidad y a respondernos con una mano en el corazón: ¿Es esta la dote que queremos que nos identifique?